diciembre 23, 2009

Ser consciente de la falta de atención es atención


Krishnamurti : ¿Por qué es tan fácil, tan común, caer en la falta de atención? Eso es lo que sucede todo el tiempo. Para ser conscientes de lo que sucede dentro y fuera de nosotros, ¿debe haber alguien que nos lo recuerde?
El hábito no hace al monje; ponerse las ropas que usa el monje no nos hará un santo. Si la ropa nos recuerda que debemos estar siempre atentos, entonces dependemos de la ropa, pero sin estas prendas externas, ¿podemos estar atentos sin caer en la falta de atención?
El estar atento, cualquiera que sea su significado, ¿debe cultivarse, desarrollarse con la práctica, diciendo o reflexionando sobre el estar atento, o bien dependiendo de alguna cosa que constantemente nos lo recuerde, ya sea una foto, un cilicio, algo tan incómodo que siempre mantenga este recuerdo de que debemos estar atentos? De modo que vamos a descubrir lo que significa estar atento.

No podemos saber todo lo que sucede en el mundo: lo que hacen los políticos, lo que hace el servicio secreto, el ejercito o los científicos; tampoco sabemos lo que hacen nuestros vecino, ni sabemos   lo que hace nuestra esposa o marido en su interior; uno no puede saberlo todo, pero puede saber o ser consciente de lo que sucede en nuestra propia vida interior. Ahora bien, ¿es ese movimiento interno diferente del movimiento externo? ¿Es lo externo --la contaminación, la corrupción, las trampas, el engaño,
la hipocresía, la violencia-- muy diferente de nuestro fuero interno? ¿O es algo en constante movimiento, como las mareas que suben y bajan? ¿Podemos ser conscientes de este movimiento, verlo y observarlo? ¿En el proceso de observar este flujo, este movimiento unitario, podemos realmente elegir?
¿En este movimiento unitario se basa el estado de atención en la elección? ¿Puede uno observar este movimiento --que es uno mismo y el mundo, porque el mundo es uno mismo-- sin opción
alguna?

Esa observación es estar atento, la cual no es necesario cultivarla, no hace falta que nadie nos la recuerde, ni tampoco libros o videos. Una vez que vemos por nosotros mismos  la verdad de que este movimiento externo y el movimiento interno son en esencia similares, no necesitamos ningún recordatorio.
Es el mismo movimiento que creó el mundo, la sociedad, el ejercito, la marina, los científicos, los políticos; uno es ese movimiento. ¿Podemos de una forma seria y sin engañarnos, profundizar muy hondamente en ese estado de atención, sin elección, en esa observación sin ninguna dirección? Uno debe estar tremendamente alerta.

De manera natural la atención no puede ser constante, pero ser consciente de que no es constante es darse cuenta de falta de atención. Ser consciente de la falta de atención es atención. No sería razonable o sensato decir: " Estaré alerta desde el momento en que me despierte hasta el momento en que me vaya a dormir." No podemos, a menos que seamos neuróticos o lo tomemos como una práctica, decir:" Estaré atento, estaré atento", porque entonces se convierte en palabras sin ningún significado.
Pero si vemos que la atención,  el darse cuenta, no puede mantenerse todo el tiempo --lo cual es un hecho--, entonces la falta de atención, el no prestar atención, tiene su importancia, tiene su validez, porque en la falta de atención  descubrimos que no estamos atentos."

diciembre 15, 2009

Mostrar las emociones


Una competencia social clave es lo bien o mal que la gente expresa sus propios sentimientos. Paul Ekman utiliza la expresión "reglas de demostración" para el consenso social acerca de qué sentimientos pueden mostrarse adecuadamente y cuándo. Las culturas a veces varían enormemente en este sentido. Por ejemplo, Ekman y sus colegas de Japón estudiaron las reacciones faciales de alumnos ante una horrenda película acerca una circuncisión ritual de adolescentes aborígenes. Cuando los estudiantes japoneses vieron la película en presencia de una figura de autoridad, sus rostros mostraron sólo reacciones leves. Pero cuando creyeron que estaban solos (aunque estaban siendo filmados por una cámara oculta) sus facciones se contrajeron en vividas mezclas de aflicción angustiada, temor y disgusto.

Existen varias clases básicas de reglas de demostración. Una es minimizar las muestras de emoción: esta es la norma japonesa para los sentimientos de aflicción en presencia de alguien con autoridad, que los alumnos estaban siguiendo cuando ocultaron su perturbación con una presión inmutable. Otra es exagerar lo que uno siente magnificando la expresión emocional; esta es la táctica utilizada por el niño de seis años contorsiona la cara dramáticamente con el ceño fruncido, los labios temblorosos, mientras corre hacia su madre para quejarse del tormento al  que lo somete su hermano mayor. La tercera es reemplazar un sentimiento por otro; esto entra en juego en algunas culturas asiáticas en las que es descortés decir que no, y en lugar de eso se hacen promesas positivas (aunque falsas). Lo bien que uno emplee estas estrategias, y sepa cuando, hacerlo, es un factor de la inteligencia emocional.

Aprendemos estas reglas de demostración muy pronto, en partemediante la instrucción explícita. Una educación en las reglas de demostración es impartida cuando le indicamos al niño que no se muestre decepcionado y que en lugar de eso sonría y dé las gracias cuando su abuelo le ha hecho un regalo de cumpleaños espantoso aunque bienintencionado. Esta educación en las reglas de demostración, sin embargo, se realizan con mayor frecuencia dando el ejemplo: los chicos aprenden a hacer lo que ven hacer. Al educar los sentimientos, las emociones son al mismo tiempo el medio y el mensaje. Si un padre le dice a su hijo “sonríe y da las gracias” y lo hace en una actitud dura, exigente y fría, mascullando el mensaje en lugar de susurrarlo cariñosamente, es más probable que el niño aprenda una lección muy distinta, y en realidad responda a su abuelo  con el ceño fruncido y con un “gracias” lacónico e inexpresivo. El efecto que produce en el abuelo es muy diferente: en el primer caso se siente feliz (aunque engañado), y en el segundo queda herido por el mensaje confuso.

Las demostraciones emocionales, por supuesto, tienen consecuencias inmediatas en el impacto que producen en la personas que las reciben. La regla que aprende el niño es algo así como: “Disfraza tus verdaderos sentimientos cuando pueden lastimar a alguien a quien amas; en lugar de eso sustitúyelo por un sentimiento falso pero menos hiriente”. Estas re­glas para expresar emociones son algo más que una parte del léxico de los cánones sociales; dictan el impacto que nuestros sentimientos producen a los demás. Seguir bien estas reglas es tener un impacto óptimo; hacerlo deficientemente supone fomentar un desastre emocional.

Por supuesto, los actores son artistas de la demostración emocional; su expresividad es lo que provoca respuesta en el público y, sin duda,. algunos de nosotros entramos en la vida como actores naturales. Pero en parte porque las lecciones que aprendemos sobre las reglas de demostración varían de acuerdo con los modelos que hemos conocido, la pericia difiere enormemente de una persona a otra.

noviembre 25, 2009

Relaciones entre el cerebro, la ira y el enojo


Buscan desentrañar las relaciones entre el cerebro, la ira y el enojo
Nuevos estudios realizados en asesinos aportan pistas sobre cómo se procesan esas emociones

• Los humanos poseemos los mismos circuitos neuroemocionales que los animales
• Analizan el papel de ciertos neurotransmisores como la dopamina


NUEVA YORK.- Mi paciente Michael había alcanzado un alto nivel en su profe-sión, pero tenía problemas en el trato con sus colegas. Ellos, reveló, tenían temor de sus desbordes de enojo que podían ser provocados por la menor crítica de parte de ellos.

Luego, en una sesión, tuve la oportunidad de experimentar su ira personalmente. Al sentir que lo había criticado por el trato que dio a uno de sus subordinados en el trabajo, su comportamiento cambió abruptamente. Con mala cara apretó los dientes y comenzó a aplastar una lata de gaseosa con las manos antes de dejar escapar una catarata de palabrotas. Estaba sufriendo un ataque de ira.
Michael no está solo con su problema. El ataque de ira más famoso de todos los tiempos fue protagonizado por Aquiles, que amenazó con proseguir con la gue-rra de Troya por una mujer y que sólo cedió cuando sus compañeros griegos calmaron su vanidad herida.

Muchos conocen la mucho menos exaltada ira de gente como Mike Tyson, que le arrancó con los dientes parte de su oreja a Evander Holyfield durante un match de boxeo.

En conexión con el cerebro
La idea popular es que la ira es una emoción no deseada pero completamente controlable. Como con el abuso de droga, dice la teoría, uno puede simplemente rechazarla, tomar un curso de manejo de la ira y controlarla.

Pero lo que la mayoría de la gente no advierte es que el cerebro humano está muy conectado con el enojo y la ira. La neurología ha dado recientemente evidencias de que la gente comparte este antiguo sistema de circuitos neuroemocionales con todos los animales.

Una interesante clave de cómo el cerebro puede procesar la ira se ha presentado en un estudio reciente del cerebro de convictos asesinos. Se utilizó un PET scan que mide el metabolismo de la glucosa en las neuronas y se comparó el de un grupo de criminales impulsivos con otro de asesinos premeditados.
En el estudio preliminar, aún no reproducido, se halló que los impulsivos tenían una actividad de la corteza prefrontal significativamente más baja que los que premeditan sus crímenes.
Los que cometieron asesinatos planeados tenían una actividad cortical prefrontal equivalente a la de los sujetos normales.

La corteza prefrontal, región del cerebro justo detrás de los ojos, tiene una función ejecutiva, integra la información e inhibe los impulsos emocionales que sur-gen de centros más profundos del cerebro, como el sistema límbico. Es posible que los asesinos impulsivos tengan menos capacidad para resistir sus propios impulsos. Los que matan a sangre fría, por lo contrario, pueden controlar sus impulsos violentos; simplemente eligen no hacerlo.

Después de algunos minutos, la ira de Michael se había evaporado y estuvo en condiciones de explicar que de repente fue sorprendido por una irresistible y violenta furia. La experiencia de Michael refuta la presunción de que tenemos que comprender algo a nivel consciente antes de tener sentimientos al respecto.
El problema en comprender la ira es que representa el paso final de muchas causas. Como la temperatura del cuerpo, la ira puede ser una respuesta normal a ciertos estímulos ambientales o la señal de una enfermedad seria subyacente. En el caso de Michael se trata de una característica narcisista de su personali-dad. Completamente consciente de cómo los demás lo perciben, está siempre examinando el mundo y se predispone al enojo rápido. Para él, la ira llega después de cualquier cosa que amenace su inestable autoestima.

También existen personas que experimentan ataques de enojo como síntoma de una importante depresión. Los hay también que los sufren después de heridas traumáticas en el cerebro.

Esto quedó demostrado hace más de un siglo con el famoso caso de Phineas Gage, un ferroviario que recibió el golpe de una barra de hierro en la cabeza y se transformó de un ser amable y gentil en otro agresivo y antisocial, como resultado del daño en la corteza prefrontal.
Es interesante también el hecho de que la conducta impulsiva agresiva está también íntimamente ligada al neurotransmisor, serotonina.

Los investigadores encontraron que algunos pacientes violentos e impulsivos tenían bajos niveles de serotonina. Por eso es útil en el tratamiento de criminales violentos, así como en pacientes con tendencia a la ira que también sufren de otras dolencias, como depresión o desórdenes de la personalidad.
¿Pero significa esto que sólo porque nuestros cerebros están íntimamente conectados con las emociones básicas, como la ira, tenemos poco o ningún control sobre ellos?

No. Con la excepción de aquellas personas con real lesión cerebral y que literalmente carecen de los elementos neuronales básicos para controlar sus impulsos emocionales, del resto de nosotros se puede esperar que los manejemos. La mayoría de nosotros, al igual que los que cometen asesinatos premeditados, tiene una corteza prefrontal intacta y por lo tanto no podemos declarar que estamos a merced de un impulso irresistible.

Pero también es cierto que ya no es posible tener una visión simplista de la ira.

Por Richard A. Friedman
De The New York Times
Traducción María Elena Rey

noviembre 17, 2009

...los despedían porque tenían poca Inteligencia Emocional

 Inteligencia Emocional y Liderazgo


–Pasamos de jefes firmes y visionarios a managers sensibles y con inteligencia social. ¿De dónde vino este cambio?

–No creo que antes no fuera necesario pero sí es verdad que éramos menos conscientes del efecto que esto tenía sobre la productividad.

Los nuevos descubrimientos neuronales demuestran que los jefes que se preocupan por transmitirles comprensión y preocupación a sus empleados obtienen una recompensa en términos de rendimiento.

Al parecer, el hombre no es el único animal que construye autoridad a base de empatía. En su libro Chimpanzee Politics (Política para chimpancés), el psicólogo Frans de Waal describió la competición por el liderazgo en la jaula de chimpancés de un zoo holandés. Según de Waal, ganaba el que había armado la mejor coalición de seguidores, sin que para eso hiciera falta ser el más alto o el más fuerte.

Claro que los monos no usan teléfono celular ni viven pendientes del mail. Según Goleman, estos son dos de los grandes enemigos de la buena comunicación entre el líder y sus colaboradores: “Nuestro mensaje llega justo a tiempo porque ahora hay muchas más cosas que distraen nuestra atención de la persona con la que estamos y una conexión positiva requiere compenetrarse con esa persona, no ignorarla. Por otro lado, hoy resulta muy tentador enviar un mail en vez de encontrarse con alguien o incluso hablar por teléfono. Pero el mail tiene sólo contenido verbal, deja de lado la riquísima variedad de mensajes emocionales que se transmiten junto con las palabras, en una comunicación cara a cara o incluso cuando hablamos por teléfono”.

–En estos tiempos de turbulencias, ¿quedan empresas con tiempo para preocuparse por la empatía de sus managers?

–Se da una paradoja y es que los ejecutivos tienden a concentrarse en la gestión a corto plazo de la crisis y no a pensar en cuáles son las habilidades que hacen falta para conseguir que la gente trabaje de forma más efectiva y, de ese modo, sobrevivir a la crisis. Hay una investigación muy interesante que mi amigo Claudio Fernández Araoz llevó adelante desde Buenos Aires para la empresa de reclutamiento de ejecutivos Egon Zehnder International. El se fijó en los ejecutivos seleccionados por Egon que habían terminado siendo despedidos por resultados insuficientes, a pesar de que precisamente por su experiencia de negocio los habían contratado. La conclusión a la que llegaron fue que los despedían porque tenían poca inteligencia emocional, no sabían dirigir bien a la gente. Por eso, en tiempos de crisis es aún más arriesgado para las empresas tener managers con pocas habilidades sociales: la supervivencia depende de lo bien que trabaje la gente.

–A su manera, Adolf Hitler o Saddam Hussein también tenían grandes dotes de liderazgo. ¿Su teoría de la inteligencia social previene contra líderes así?

–Una de las características de la gente con una inteligencia social superior es que tienen una empatía que les permite estar muy en sintonía con los efectos que tiene cualquier acto sobre otras personas. Esta característica es la que hace que este tipo de personas no respalde personalidades como la de un dictador.

–El psicoanalista Manfred Kets de Vries, el psicólogo Howard Gardner y ahora usted se han convertido en fuentes de inspiración para los hombres de negocios. ¿A qué atribuye el auge de la psicología en el management?


–La asunción principal de la economía es que el hombre es racional, pero todos sabemos, por nuestra experiencia personal, que eso no es verdad. Las emociones regulan mucho de lo que hacemos, cuando consumimos y también en nuestro puesto de trabajo, como empleados o directivos. Ignorar el componente emocional del comportamiento humano es impedir el completo entendimiento de la organización.

Entrevista de Francisco Zárate a Daniel Goleman

Frases

"Hacer que los otros se sientan bien es parte del liderazgo"
Daniel Goleman

noviembre 05, 2009

El poder curativo del apoyo emocional

Aliviar un corazón atribulado parece ser un gran remedio. La confirmación científica de James Pennebaker, psicólogo de la Southern Methodist University, que ha demostrado en una serie de experimentos que hacer que la gente hable de los pensamientos que más la afligen tiene un beneficioso efecto médico. Su método es notablemente sencillo: le pide a la gente que escriba entre quince y veinte minutos al día, durante aproximadamente cinco días,  por ejemplo sobre "la experiencia más traumática de toda su vida", o sobre alguna preocupación dominante en ese momento. 


El efecto de esta confesión es sorprendente: mejora la función inmunológica, disminuyen considerablemente las visitas a centros de salud en los seis meses posteriores, disminuye el ausentismo laboral, e incluso mejora la función enzimática del hígado. 


Además, aquellos cuyos escritos presentaban más pruebas de sentimientos turbulentos mostraban las más  marcadas mejorías de la función inmunológica. Una pauta específica surgía como la forma "más sana" de ventilar los sentimientos conflictivos: al principio expresando un elevado nivel de tristeza, de ansiedad, de ira... de cualquier sentimiento que el tema pueda provocar; luego, en el curso de los días siguientes, tejiendo una narración y encontrando o significado en el trauma o el tormento.

Por supuesto, ese proceso parece relacionado con lo que sucede cuando la gente explora esos conflictos en la psicoterapia. En efecto, de los descubrimientos de Pennebaker surge una razón por la que otros estudios muestran que los pacientes médicos a los que se administra  psicoterapia, además de una cirugía o del tratamiento médico, suelen mejorar más notoriamente desde el punto de vista médico que aquellos que sólo reciben tratamiento médico.


Frase

El temperamento no es el destino

noviembre 03, 2009

Cuáles son los trabajos que más felicidad proporcionan

Saber elegir nuestra profesión es parte de la Inteligencia Emocional
Un estudio arrojó llamativas conclusiones sobre el grado de satisfacción que otorgan las profesiones. Quiénes son los que trabajan con más entusiasmo y quiénes, los más quejosos


El National Opinion Research (NORC) de la Universidad de Chicago publicó en su sitio web un estudio en el que destaca que las personas que realizan una labor de servicio a los demás son las más felices; y entre ellas, los sacerdotes y pastores son los más felices y satisfechos de todos.

Este estudio realizado durante más de tres décadas (1972 - 2006) entre más de 27 mil personas, demuestra que en Estados Unidos, después de quienes ejercen alguna labor de liderazgo religioso, los fisioterapeutas, bomberos, administradores del sector de la enseñanza, pintores, escultores y artistas, profesores y autores son quienes más satisfacción tienen en su labor.

"Esperábamos que los trabajos más prestigiosos fueran los que proporcionaran más satisfacción y felicidad pero las profesiones mejor clasificadas son las que implican cuidado y ayuda a los demás", explica Tom Smith, director general de NORC.

"Mi trabajo me permite dar ayuda a otras personas y a verlos progresar tanto en lo espiritual como en lo personal", afirmó el Padre Mayo, uno de los sacerdotes que participó de esta gran encuesta.

De otro lado, los abogados, médicos y banqueros, que podrían ser consideradas como las profesiones más satisfactorias por algunos debido a los elevados ingresos que por lo general perciben las personas que realizan estas labores, no tienen la felicidad asegurada. Sólo el 58 por ciento de los médicos y el 52 por ciento de los abogados se declararon muy satisfechos con su labor profesional.

El estudio también demuestra que los camareros y cajeros son quienes menos satisfechos están con su labor.


octubre 09, 2009

Ejercicio: Transformar a nuestro crítico interno en un asesor interior


Un ejercicio de Jack Canfield


Para transformar a su crítico interno en un asesor interior, debe entender un principio básico. La mayor parte de la autocrítica y el autojuicio proviene del amor. Una parte de usted intenta motivar a la otra parte a que haga algo por su propio bien. Tal como lo hacen sus padres, su crítico interior, al criticarlo, realmente se preocupa por que usted haga lo que más le conviene.


Quiere que mejore porque desea que obtenga el beneficio de un mejor comportamiento. El problema es que sólo le dice parte de la verdad.


Cuando era pequeño, sus padres pueden haberle gritado y pueden haberlo enviado a su habitación por haber hecho algo tonto como atravesar la calle cuando venía un automóvil.

Su comunicación real fue: “Te amo. No quiero que te atropelle un automóvil. Quiero que te quedes por aquí para poder disfrutar viéndote crecer y convertirte en un adulto sano”.

Pero le dieron solamente la mitad del mensaje: “¿Qué te pasa? ¿No tienes cerebro? Deberías saber que uno no atraviesa la calle cuando vienen automóviles. No podrás salir de casa durante la próxima hora. Ve a tu habitación y piensa en lo que acabas de hacer”.

En su temor de perderlo, sólo expresaron su ira. Pero tras esa ira hay otras tres capas del mensaje que nunca entregaron: temor, pedidos específicos y amor.

El mensaje completo habría sido algo así:

Ira: Estoy disgustada contigo por atravesar la calle sin mirar para ver si venían automóviles.
Temor: Me da miedo que puedas resultar herido o que puedas morir. Solicitud: Quiero que prestes más atención cuando estés jugando en la calle. Detente y mira hacia ambos lados antes de atravesar.

Amor: Te quiero tanto: no sé qué haría si no te tuviera. Eres tan valioso para mí. Quiero que estés seguro y sano. Mereces divertirte y estar siempre seguro para disfrutar de la vida a plenitud. ¿Lo entiendes?

¡Que mensaje tan distinto!


Hay que saber entrenar al crítico interno para que nos hable en la misma forma.

Puede practicar esto por escrito o como un ejercicio verbal en donde usted habla consigo mismo en voz alta. Por lo general, me imagino hablándole a un clon mío que está sentado en una silla frente a mí.

Haga una lista de las cosas que quiere decir cuando se está juzgando. Incluya todas las cosas que se dice que debe hacer y que usted no hace.


Una lista típica podría ser algo así: No haces suficiente ejercicio. Estás engordando demasiado. Eres un gordo inactivo, ¡un verdadero montón de grasa! Bebes demasiado alcohol y comes demasiados dulces. Debes reducir los carbohidratos. Debes mirar menos televisión e irte a la cama más temprano. Si te levantaras temprano tendrías más tiempo para hacer ejercicio. ¡Eres perezoso! ¿Por qué no terminas lo que empiezas? ¡Siempre empiezas programas de ejercicios pero nunca perseveras! Eres irresponsable. Nunca cumples lo que prometes.


Cuando tenga su lista, practique cómo comunicar la misma información utilizando el mismo proceso de cuatro pasos que he indicado:

(1) ira: ..........................

(2) miedo: ..........................

(3) solicitudes: ..........................

(4) amor: ..........................

Dedique un mínimo de un minuto a cada paso. Asegúrese de ser muy específico en la etapa de las solicitudes. Diga exactamente lo que quiere decir. “Quiero que comas mejor,” es una frase muy vaga. Sea más específico, por ejemplo: “Quiero que comas al menos cuatro porciones de vegetales todos los días. Quiero que comas menos papas fritas y menos postres. Quiero que comas algún tipo de fruta en el desayuno todos los días. Quiero que comas granos enteros como trigo integral y arroz integral en lugar de harina de trigo”.


Entre más específico sea en la forma de expresarse, más efectivo será el ejercicio. Si lo hace en voz alta, cosa que recomiendo, hágalo con toda la emoción y la pasión posibles.


El siguiente es un ejemplo de lo que podría decir utilizando la lista de juicios ya indicada:

Ira: Estoy disgustado contigo por no cuidarte mejor. ¡Eres un perezoso! Bebes demasiado y comes demasiado. ¡No tienes autodisciplina! ¿Cuándo te vas a decidir? ¡Eres perezoso! No haces más que sentarte a mirar televisión. No soporto tu pereza. Estás engordando y perdiendo más la figura cada día. La ropa ya no te queda y no te ves bien. ¡Me desagradas!

Miedo: Si no cambias, tengo miedo de que sigas engordando hasta que esto se convierta en un verdadero riesgo para tu salud. Temo que tu colesterol va a llegar a un nivel tan alto que tal vez sufras un infarto. Me da miedo que puedas volverte diabético, Me da miedo que nunca vayas a cambiar y entonces vayas a morir joven y nunca vayas a vivir realmente tu destino. Si sigues así, nunca vas a alcanzar tus sueños. Me da miedo que si no cambias de dieta y comes mejor y empiezas a cuidarte más, nadie se vaya a sentir atraído hacia ti. Puedes terminar viviendo solo por el resto de tu vida.

Solicitud: Quiero que entres a un gimnasio y que vayas al menos tres veces por semana. Quiero que salgas a caminar durante veinte minutos los otros cuatro días. Quiero que disminuyas el tiempo que ves televisión y lo dediques a hacer ejercicio. Quiero que dejes de comer alimentos fritos y empieces a comer más fruta fresca y verduras. Quiero que dejes de tomar bebidas gaseosas y que tomes más agua. Quiero que limites tu consumo de alcohol a los viernes y los sábados en la noche.

Amor: Te amo. Quiero estar contigo por mucho tiempo. Quiero que tengas una maravillosa relación con tu pareja. Mereces lucir bien con tu ropa y sentirte bien con respecto a ti mismo. Mereces que todos tus sueños se conviertan en realidad. Quiero que te sientas vivo y con ánimo y no cansado y letárgico todo el tiempo. Tú mereces vivir una vida plena y disfrutar cada momento. Mereces ser absolutamente feliz. Siempre que escuche que una parte de usted está juzgándolo, sólo respóndale: “Gracias por preocuparte ¿De qué tienes miedo?.. ¿Qué quieres que haga específicamente?. . . ¿En qué me beneficiaría esto?... Gracias.”


No permita que la aparente simplicidad de esta técnica lo confunda. Es muy potente pero para poder obtener todos sus beneficios tiene que ponerla en práctica. Sólo usted puede hacerlo. Tómese veinte minutos ahora para convertir su crítico interno en un asesor interior, póngase completa e incondicionalmente de su parte, trabaje con usted mismo para lograr el mayor beneficio de sus sueños y aspiraciones.

octubre 02, 2009

Las Cinco Mentes del Futuro

Hijo de refugiados de la Alemania nazi, Howard Gardner es conocido en el ambiente de la educación por su teoría de las inteligencias múltiples, basada en que cada persona tiene —por lo menos— ocho inteligencias o habilidades cognoscitivas (musical, cinético-corporal, lógico-matemática, lingüística, espacial, interpersonal, intrapersonal y naturista).

Investigador de la Universidad de Harvard, tras años de estudio ha puesto en jaque todo el sistema de educación escolar en EE. UU.

Gardner, es codirector del Proyecto Zero en la Escuela Superior de Educación de Harvard, donde además se desempeña como profesor de educación y de psicología, y también profesor de Neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.

En 1983 presentó su teoría en el libro "Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences" y, en 1990, fue el primer estadounidense que recibió el Premio de Educación Grawmeyer de la Universidad de Louisville. En él critica la idea de la existencia de una sola inteligencia, a través de las pruebas psicométricas.

En la Introducción de su obra 'LAS CINCO MENTES DEL FUTURO', escribió:

"Hoy, después de dos guerras mundiales y una prolongada Guerra Fría, nos hemos embarcado en lo que bien puede ser el caso de globalización de más alcance. Según la describen periodistas, estudiosos y responsables políticos, la globalización actual presenta cuatro tendencias que no tienen precedentes:

1) el movimiento de capital y de otros instrumentos del mercado por todo el mundo, con un flujo virtualmente instantáneo de grandes cantidades cada día;

2) el flujo de seres humanos que atraviesan las fronteras, con cerca de 100 millones de inmigrantes en todo el mundo en cualquier momento dado;

3) el flujo de toda clase de datos a través del ciberespacio, con megabites de información de distinta fiabilidad disponibles para cualquier persona que tenga acceso a un ordenador;

4) el flujo instantáneo y casi invisible de la cultura popular a través de las fronteras en forma de modas, comidas y melodías que iguala cada vez más a los adolescentes de todo el mundo y que también parece provocar la convergencia de los gustos, las creencias y los valores de sus mayores".

Gardner plantea cinco mentes que a su juicio deberemos cultivar en el futuro.

"Cada una de ellas - escribió- se debe considerar un objetivo educativo: son las mentes que espero ver en mis hijos, en mis nietos, en sus descendientes y en sus compañeros. Creo que sabemos lo suficiente para desarrollar una educación capaz de crear personas como éstas y con estas mentalidades:

La mente disciplinada: La mente del futuro debe ser disciplinada en dos sentidos. En primer lugar, debe dominar las principales formas distintivas de pensar que ha creado el ser humano: la ciencia, las matemáticas y la tecnología, como se ha dicho antes, pero también el pensamiento histórico, artístico y filosófico. En segundo lugar, debe dominar diversas maneras de ampliar la propia formación durante toda la vida, de una forma regular y sistemática.

La mente sintética:Aunque la educación debe partir de las aptitudes básicas y las disciplinas tradicionales, no puede acabar ahí. Cuando nos encontremos ante una cantidad excesiva de información deberemos ser capaces de resumirla con precisión, sintetizarla de una forma productiva y hacer que nos sea útil. Este objetivo supone un pensamiento de carácter interdisciplinario, una forma de pensamiento poco comprendida pero cada vez más importante.

La mente creativa: En el futuro, prácticamente todo lo que esté regido por reglas se hará con mayor rapidez y precisión mediante el uso de ordenadores (en realidad, podría haber dicho «hoy» en lugar de «en el futuro»). Se tendrá en gran estima a las personas que puedan ir más allá de la síntesis disciplinaria e interdisciplinaria para descubrir nuevos fenómenos, nuevos problemas y nuevas preguntas y puedan contribuir a su resolución... por lo menos hasta que se presente el siguiente enigma.

La mente respetuosa: Siempre ha sido deseable educar a las personas para que por lo menos sean tolerantes con quienes tienen un aspecto diferente, actúan de una manera distinta y, quizá, son distintos a ellas. Puede que antes fuera posible encerrarse en uno mismo o dentro de las propias fronteras. Pero ya no es así. Si no podemos aprender a con vivir con los demás, el planeta pronto quedará despoblado. Y a menos que nos respetemos mutuamente y valoremos nuestras diferencias, lo máximo que podemos esperar es una paz precaria.

La mente ética: Más allá de un mundo que no se destruya existe el mundo en el que realmente nos gustaría vivir. Este mundo está habitado por personas honradas, consideradas y constructivas, dispuestas a sacrificar sus propios intereses en favor de las necesidades y los deseos de la comunidad. El respeto se da entre las personas; la ética se ocupa de la forma de la sociedad. Debemos educar —y, en el fondo, inspirar— a los jóvenes para que deseen vivir en un mundo mar cado por la integridad y guiado por el desinterés, y para que estén dispuestos a asumir la responsabilidad de lograr este objetivo.

Cada una de estas mentes es difícil de lograr, y nadie sabe con exactitud cómo desarrollar una educación que produzca personas disciplinadas, sintetizadoras, creativas, respetuosas y éticas.

Creo que la supervivencia de nuestro planeta puede depender del cultivo de estas cinco mentes.

Pero también creo firmemente que estas facultades se deberían justificar desde un punto de vista que no fuera instrumental.

Como especie, los seres humanos poseemos un asombroso potencial positivo y la historia está repleta de personas que ejemplifican una o más de estas formas de mentalidad: la disciplina de John Keats o de Marie Curie; la capacidad de síntesis de Aristóteles o de Goethe; la creatividad de Martha Graham o de Pablo Picasso; el ejemplo de respeto y consideración de quienes protegieron a ciudadanas judíos durante la Segunda Guerra Mundial o han tomado parte en comisiones de la verdad y la reconciliación durante la última década; los ejemplos éticos de la ecóloga Rachel Carson, que nos alertó de los peligros de los pesticidas, y del estadista Jean Monnet, que ayudó a que Europa abandonara su actitud beligerante y desarrollara unas instituciones pacíficas.

La educación para el futuro deberá ayudar a más personas a comprender las mejores cualidades de los mejores seres humanos.

Miedo




¡PIU AVANTI!
No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua, y no la implora...
¡Que muerda y vocifere vengadora
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

Almafuerte

septiembre 29, 2009

LA HABILIDAD EMOCIONAL DE DESARROLLAR CORAJE


El coraje eleva nuestro ánimo y nos carga de energía suplementaria cuando nos encontramos en dificultades.


**El coraje está asociado a nuestra capacidad para reaccionar con control en algunas situaciones en las que nos damos cuenta de que nuestra acción o nuestra comunicación habituales son insuficientes para lograr lo que deseamos.


**Ante condiciones adversas nuestro pensamiento reconoce factores o personas que nos someten a una presión superior, ante la cual nuestras respuestas normales no logran resultados satisfactorios. Sin ‘algo más que debemos añadir’ nos vemos vencidos y deseamos huir de la situación.


**Este ‘algo más que debemos añadir’ no necesariamente tiene que ser una acción visible. Puede concentrarse en soportar una situación en silencio, sin huir, y sin reaccionar agresivamente. El coraje no equivale exactamente a ‘sentir rabia’, aunque ambos sentimientos pueden llegar a mezclarse. El coraje, sin duda, es una emoción controlada.


**Para desarrollar el coraje es necesario borrar de la mente la idea de sentirnos vencidos por la situación. El coraje se asienta en la idea de ‘seguir luchando’, y ello quiere decir, ni más ni menos, que nuestra actitud interna debe modificarse, para así sacar de nuestra mente los pensamientos derrotados, y sustituirlos por pensamientos de resistencia.


**Recuerde que, en muchas situaciones, gana el que aguanta. Y es lógico que aguante más quien disponga de más coraje.


**Algunos mecanismos puramente físicos ayudan a generar coraje: apretar los dientes, guardar silencio sin perder los nervios, aguantar la respiración y luego respirar profundamente.


**Si se queda paralizado porque las personas con las que está le imponen miedo, imagíneselas en una situación ridícula (en ropa interior, por ejemplo; o trate de visualizar su caricatura exagerando mentalmente sus rasgos).
Federico Gan

septiembre 22, 2009

El lenguaje de los sentimientos


La ansiedad es el temor al daño o a la pérdida.

El daño o la pérdida llevan al enojo.

El enojo contenido lleva a la culpa.

La culpa no aliviada lleva a la depresión.


Dr. David Viscott

septiembre 15, 2009

Entrenamiento para la amistad


Inteligencia Emocional en la Educación
La Inteligencia Emocional se aprende

Hay una esperanza para los niños rechazados, a pesar de su ineptitud. Steven Asher, psicólogo de la Universidad de Illinois, ha preparado una serie de sesiones de "entrenamiento para la amistad" para niños que no son populares, que ha demostrado tener cierto éxito. Identificando a alumnos de tercer y cuarto grado que eran los menos queridos en sus clases, Asher les dio seis sesiones sobre "cómo hacer que los juegos sean más divertidos", mediante ser "amistosos, divertidos y agradables". Para evitar que fueran estigmatizados, a los chicos se les dijo que actuaban como “consultantes” del entrenador, que estaba tratando de aprender qué clase de cosas podían hacer para que los juegos fueran más divertidos.

Los niños fueron entrenados para actuar de maneras que Asher descubrió como típicas del comportamiento de los niños más populares. Por ejemplo, fueron alentados a pensar formas alternativas de sugerencias o compromisos si no estaban de acuerdo con las reglas, en lugar de pelear; a recordar que debían charlar con el niño con el que estaban jugando e interesarse en hacerle preguntas; a prestarle atención y observar qué estaba haciendo; a hacer algún comentario agradable cuando la otra persona tenía un acierto; a sonreír y a ofrecer ayuda, sugerencias o aliento.


Los niños también trabajaron estas formalidades sociales jugando a juegos como "Recoger Palillos" con un compañero de clases, y luego se les informó cómo había sido su desempeño. Este minicurso acerca de cómo llevarse bien tuvo efectos notables: un año más tarde, los niños que habían sido entrenados, esos que habían sido seleccionados por ser los menos queridos de sus clases, se encontraban firmemente instalados en medio de la popularidad de sus clases. Ninguno era una estrella, pero tampoco había ningún rechazado.


del libro "La Intelilgencia Emocional" de Daniel Goleman

septiembre 08, 2009

Los sentimientos enterrados


Una consecuencia muy dañina de los sentimientos no expresados es que, a menudo, en lugar de desaparecer, crecen y creen hasta que, como en un envase de aerosol, pueden estallar.

Más aun, necesitaba una manera de hacer que esos sentimientos trabajaran en su provecho; verlos como eran: signos que señalaban el camino en el laberinto.

Si bien casi todos nosotros somos expertos en el manejo e los sentimientos agradables – alegría, felicidad, cariño, gratitud- , sabemos muy poco de los desagradables. Los sentimientos negativos nos asistan y ponen incómodas a las personas que nos rodean, así que tratamos de evitarlos lo más posible.

En realidad la sociedad no alienta a que evitemos encarar los sentimientos penosos, nos dice: “Tómalo con calmo, contrólate, sé fuerte”. Esta actitud es reforzada una y otra vez de muchas maneras. Por ejemplo en un funeral, a menudo se escuchan comentarios respecto de los miembros de la familia afectada: “¿No es cierto que ella lo está soportando bien?”; “El se controla muy bien”.

Es decir que las personas que “se aguantan” y “se controlan” son aquellas que no expresan sus sentimientos. Es así como se enseña a mantener las emociones penosas encerradas en nosotros, a evitarlas o a enterrarlas o a no dejarlas salir. Es mejor mantenerlas adentro, controlarlas; si no, ser nos irán de las manos.

Detrás de todo esto está la idea de que las emociones son irracionales y no deben expresarse abiertamente porque eso nos impediría encarar racionalmente nuestros problemas. Por desgracia para una persona en crisis, el mero hecho de negar, enterrar o ignorar los sentimientos penosos puede tener consecuencias dañinas y muy duraderas.

Desde luego que estos sentimientos penosos intensos no siempre afloran en forma dramática.
Pueden permanecer hirviendo en lo profundo de nuestro ser, consumiendo más y más energía vital, quitándonos la fuerza; pueden carcomer las fibras del bienestar emocional, alterar el equilibrio normal de la salud física. Nuestros cuerpos y nuestras emociones son sistemas en conexión absoluta. Cuando algo ocurre en un sistema, afecta al otro también. Un golpe emocional puede crear malestar físico.

Los sentimientos penosos no desaparecen; de alguna forma van a manifestarse. Pueden aparecer como insomnio, dolor de espaldas, una úlcera, un dolor miserioso o náuseas. A algunas personas les duele la cabeza; otras tienen picazones o pierden peso. A menudo este efecto de los sentimientos negativos agrava una vieja herida o lesión o enmascara algún otro malestar físico inexplicable, golpeando donde el organismo es naturalmente más débil; para alguno será una sinusitis, para otro, una articulación artrítica. La lista es interminable.

La escultura es de Margarita Gordyn

septiembre 01, 2009

Para transmitir emociones, el tocar es tan efectivo como hablar



El tacto posee su propio vocabulario, pero es diferente entre varones y mujeres

NUEVA YORK.- Investigadores han hallado evidencia experimental de que tocar puede valer más que mil palabras, y de que un efímero contacto físico puede expresar emociones específicas, en forma silenciosa, sutil e inconfundible.

Científicos liderados por Matthew J. Hertenstein, un profesor asociado de psicología de la Universidad DePauw, reclutó a 248 estudiantes, para que sean tocados o toquen a un compañero previamente desconocido, para tratar de comunicar una emoción específica: enojo, temor, felicidad, tristeza, disgusto, amor, gratitud o simpatía.

La persona que era tocaba no podía ver y desconocía el sexo de quien lo tocaba, a quien se le indicaba que tratar de transmitir alguna de las ocho emociones mencionadas; ambos permanecían en silencia durante el experimento. Cuarenta y cuatro mujeres y 31 varones fueron tocados por una compañera, mientras que 25 varones y 24 mujeres fueron tocados por un compañero varón.

Finalmente, a cada persona tocada se le dio una lista de ocho emociones y se le pidió que eligiera aquella que había sido transmitida. También hubo una novena opción -"ninguno de estos términos es correcto"-, para eliminar la posibilidad de que al forzar la elección de la emoción cuando la persona no la había sentido realmente.

A quienes tocaban se les indicó que tocaran cualquier parte apropiada del cuerpo, y eligieron en forma variable la cabeza, la cara, los brazos las manos, los hombros, el tronco y la espalda.
La transmisión precisa de la emoción fue de entre el 50 y el 78%, mucho más elevada que el 11% que es lo esperable que ocurra por azar, y siendo tasas comparables a las que se observan en estudios sobre emociones verbales y faciales.

Los investigadores también registraron un complejo "vocabulario" de tactos: una sacaudida, un masaje, una palmada o un apretón; pequeños cambios en la presión aplicada; variaciones en la velocidad del toque; cambios en velocidad de los dedos al moverse sobre la piel; diferentes lugares y duraciones del contacto físico.

Tiffany Field, director del Instituto de Investigación en Tacto de la Universidad de Miami, comentó el estudio: "Esta información es muy interesante, y se suma a la ciencia de la emoción y de la comunicación".

En forma consistente, los participantes del experimento eligieron ciertas formas de tocar para transmitir emociones específicas. Para expresar temor, por ejemplo, generalmente agarraban y apretaban sin movimiento, mientras que para transmitir simpatía agarraban, daban palmadas y masajeaban.

Varones y mujeres eran igualmente capaces de interpretar el tacto, pero empleaban diferentes acciones para comunicar las emociones. Los varones raramente tocaban la cara, y sólo lo hacían cuando debían expresar enojo o disgusto hacía una mujer, o simpatía ante otro varón. Las mujeres, por su parte, tocaban las caras con bastante frecuencia para expresar enojo, tristeza y disgusto ante ambos sexos, y para expresar miedo y felicidad a un varón.

"La mayoría de los contactos duraban sólo cinco segundos, pero en esos momentos, somos capaces de comunicar distintas emociones. Es un sistema de señalización sofisticado que no conocíamos", dijo el doctor Hertenstein.

Diario La Nación

El video que ilustra es precioso, para los que no lo pueden ver entren a:
http://todas-las-emociones.blogspot.com/2009/09/para-transmitir-emociones-el-tocar-es.html

agosto 27, 2009

Intuición


El conocimiento teórico tiene un límite; después de ese límite está la intuición, que no tiene un carácter sobrenatural, sino que consiste en la relación brusca que establecemos con otros mundos del saber, menos visibles, menos centrales. Intuir es recordar; la intuición no es sino una forma especializada del recuerdo.

Del libro “El enigma de Paris” de Pablo de Santis

agosto 26, 2009

Frases



"..uno debe evitar tener razón en las discusiones, es una descortesía..."


Jorge Luis Borges

agosto 24, 2009

Inteligencia Emocional en la Educación: La clave está en llegar a tiempo



Al tiempo que psicólogos y otros especialistas en el desarrollo trazan el mapa del crecimiento de las emociones, pueden marcar más específicamente cuáles son las lecciones que deberían recibir los niños en cada etapa del desenvolvimiento de su inteligencia emocional, que deficits serán los que perduren en aquellos que no han logrado el manejo de las aptitudes adecuadas, y qué experiencias correctivas se podrían realizar para compensar lo que falta.

En el programa de New Haven, por ejemplo, los niños de los grados inferiores reciben lecciones básicas de autoconocimiento, relaciones personales, y toma de decisiones. En primer grado, los niños se sientan en círculo y hacen girar el "cubo de los sentimientos", que tiene escritas palabras como triste o excitado en cada uno de sus lados. Por turno, describen un momento en el que han tenido ese sentimiento, un ejercicio que les otorga mayor seguridad para vincular sentimientos con palabras, y los ayuda a desarrollar la empatía cuando escuchan que otros tienen los mismos sentimientos que ellos.


Hacia cuarto o quinto grado, cuando las relaciones con sus pares cobran una enorme importancia en sus vidas, reciben lecciones que ayudan a que sus amistades funcionen mejor: empatía, control de, los impulsos y manejo del enfado. Por ejemplo, las clases de Habilidades para la Vida que estaban llevando a cabo los alumnos de quinto grado de la escuela Troup, que consisten en interpretar expresiones faciales, están basadas, esencialmente, en la empatía. Para el control de los impulsos hay un gran poster bien visible, con un semáforo, que tiene seis pasos:
Luz roja:

1. Detente, cálmate, y piensa antes de actuar.
Luz amarilla:
2. Cuenta el problema, y di cómo te sientes.
3. Proponte un objetivo positivo.
4. Piensa en una cantidad de soluciones.
5. Piensa en las consecuencias posteriores.
Luz verde:
6. Adelante, y pon en práctica el mejor plan.

La noción del semáforo es regularmente puesta en práctica cuando un niño, por ejemplo, está a punto de estallar de furia, o a ofenderse por una insignificancia, o a romper en llanto cuando se siente burlado, y ofrece un conjunto concreto de pasos para lidiar con estos pesados problemas de manera más mesurada. Más allá del manejo de los sentimientos, señala un camino para una acción más efectiva. Y al transformarse en la manera habitual de manejar los impulsos ingobernables —pensar antes de actuar—, puede llegar a ser una estrategia básica para enfrentar los riesgos de la adolescencia y los que existen más allá de ella.


En sexto grado, las lecciones se relacionan más directamente con las tentaciones y las presiones con respecto al sexo, el consumo de drogas o alcohol, que comienzan a aparecer en la vida del niño.


Hacia el noveno grado, cuando los adolescentes se enfrentan a realidades sociales más ambiguas, la habilidad para adoptar perspectivas múltiples —las propias, tanto como las de los otros involucrados—, se refuerza. "Si un chico se vuelve loco porque ve a su novia hablando con otro", dice una de las maestras de New Haven, "se lo alentará a tener en cuenta qué podría estar ocurriendo desde el punto de vista de ellos, antes que lanzarse a una confrontación."

Miedo, cobardía


¿EXISTE LA COBARDÍA?
La idea de la cobardía nace de un supuesto equivocado : que todos disponemos de los mismos recursos para enfrentar los peligros, y que algunos, a pesar de contar con ellos, no los enfrentan. A éstos se los llama cobardes.

Para poner un ejemplo: Tarzán -arquetipo del hombre valeroso- puede hacer frente a un león sin vacilar, sencillamente porque dispone de los instrumentos para hacerlo. El mismo Tarzán, ante dos o diez leones enfurecidos, inevitablemente sentirá miedo.
Puedo disponer de recursos de un valor mil, y si estoy rodeado continuamente por peligros de valor cinco mil, viviré continuamente con miedo. Por el contrario, puedo contar con recursos de un valor diez, y si estoy expuesto regularmente a peligros de un valor cinco, prácticamente no conoceré el miedo.

¿Dónde quedan la cobardía o la valentía ante lo anterior? se disuelven como conceptos pues cesan en su validez.

Lo que uno comienza a ver en cambio es, simplemente, personas que disponen, o no, de recursos para enfrentarse a la amenaza que se les presenta. También comprende que si quien se retiró desarrolla los recursos necesarios, inevitablemente se enfrentará a la amenaza de la cual se alejó. Y su opuesto: si quien se enfrentó a ella no hubiera tenido los recursos de que dispuso, habría sentido miedo y se habría retirado.

Es importante alcanzar esta comprensión porque quien es tachado de cobarde, sobre todo si se trata de un niño, queda injustamente estigmatizado, la valoración de sí mismo se ve seriamente dañada y se perturba en gran medida su forma de relacionarse consigo mismo y con los demás.

¡Yo no tengo miedo!
Puede ocurrir que uno, efectivamente, no sienta miedo porque no experimenta situaciones en las que existe una desproporción entre la amenaza y los recursos. Es una posibilidad absolutamente plausible. Pero también puede ocurrir que si por sentir miedo uno ha sido rechazado, descalificado, tildado de cobarde, etc..., poco a poco vaya anestesiando la percepción de su miedo. Ya no lo registra y frecuentemente desemboca en el : ‘¡No tengo miedo !’. Al no contar con esa señal, arremete contra el desafío que tiene delante sin reconocer qué recursos son necesarios para hacerlo. Quien así actúa es quien mejor conoce el resultado más frecuente : acabar estrellado contra los desafíos, con más heridas que logros.
Anestesiar el miedo es como cubrir la luz roja del tablero de mandos, para que no se vea...

El reconocer que uno cuenta con los recursos forma parte de los recursos necesarios.

AUTOCONCIENCIA


Existe una peculiar paradoja cuando se trata de conformar las distintas formas de no ver que utilizamos.


El espectro de lo que pensamos y hacemos
Está limitado por lo que no percibimos.
Y, dado que no percibimos
Lo que no percibimos,
Poco podemos hacer
Para cambiar
Hasta tanto percibamos
Cómo el no percibir
Modela nuestros pensamientos y nuestros actos


R. D. Laing

Más definiciones: LAS EMOCIONES

Aburrimiento
Es un estado de fastidio, intranquilidad, desasosiego por carecer de un deseo viable en un momento determinado. Enmascara la angustia por estar frente al vacío producido por la ausencia de un proyecto o meta.
Afecto, cariño, amor
La situación incluye un objeto (persona, animal, etc.) con el que se mantiene un vínculo trascendente.
Angustia
Sensación de desasosiego, opresión, ante la posibilidad de que se modifique el mundo que has construido con base en el Argumento de Vida. Miedo al cambio. Sensación de temor ante la emergencia de contenidos psíquicos inconscientes considerados peligrosos para la imagen idealizada.
Ansiedad
Estado de inquietud generalizado acompañado de transpiración, sequedad de boca, taquicardia, hiperventilación. Aparece durante los momentos de expectación.
Cargo de conciencia
Igual que el remordimiento pero el otro no sabe que ha sido lastimado. Por ejemplo, tiene cargo de conciencia el adolescente que le roba plata a los padres o ese esposo que tuvo relaciones con otra mujer amando a la suya. Para calmar ese estado es necesaria la confesión.
Celos
Angustia y rabia ante el riesgo de que el ser que “amo” me compare con un otro y en la comparación yo pierda, lo cual nos habla de un profundo sentimiento de inferioridad.
Confusión
Sensación de inestabilidad, sorpresa, desorientación, que aparece cuando la significación de lo que se dice, por ejemplo, en terapia desafía las verdades absolutas de los mandatos argumentales. Ej. la significación del mandato "No sirves para nada" es contradicha por el mensaje "Te felicito. Has hecho un buen trabajo" expresado por un profesor en una materia.
Depresión o falsa tristeza
También ha sido lastimada la imagen idealizada pero la conducta es de autocastigo. "¡Cómo me hace esto a mí!". Puede encubrir una profunda rabia como la que siente la viuda ante el ataúd del marido.
Envidia
Es una comparación que yo mismo establezco con un otro en función de que posee algo que yo no poseo y que resulta relevante para satisfacer la ilusión de completud. La envidia es, también, potencialidad proyectada. Esto significa que la persona que envidia tiene la posibilidad de hacer o tener lo del otro pero que es frenada por su Argumento de Vida.
Falsa alegría, falso placer
Es lo que siente una persona cuyas acciones responden a lo que se espera de ella en función de su Argumento de Vida. Una satisfacción neurótica por el deber cumplido. Este falso placer es para el Argumento de Vida lo que la alegría es para el Plan de Vida Adulto.
Falso afecto
La situación incluye una persona hacia la que se manifiesta una expresión de afecto que en la realidad no se siente pero que se debe hacer por razones de convivencia.
Gratitud
Es una sensación de bienestar producida por la acción de un otro hacia mí y por la que no espera nada a cambio.
Miedo
Algo o alguien amenaza mi integridad física, psíquica, mis valores o la de mis seres queridos, en el aquí y ahora: siento pasos detrás mío.
Placer, alegría, bienestar
La situación permite el logro de un objetivo o el objetivo ya se logró.
Rabia o ira
Un elemento frustra las expectativas que se tenían para alcanzar un logro.
Remordimiento o culpa auténtica
Es un sentimiento de pena por haber lastimado a otro realmente. Esto lleva a la necesidad de pedir disculpas.
Resentimiento, rencor
Rabia que se prolonga en el tiempo producida por lo que se considera una afrenta contra la imagen idealizada, la cual es sentida como profundamente lastimada. La conducta es generalmente, vengativa, en la realidad o en lo imaginario.
Tristeza
La situación incluye una ausencia, temporaria o definitiva, altamente significativa.
Vergüenza
Miedo a que los demás se den cuenta de cómo soy realmente. Miedo a la crítica por lo que ésta significa en cuanto herida en el orgullo por cuanto no se puede sostener, en esa circunstancia, la imagen idealizada de uno mismo.

agosto 04, 2009

Contagio emocional


Los psicólogos Elaine Hatfield y John Cacioppo, junto con el historiador Richard Rapson, dieron un paso más. En su obra de 1994 Emotional Contagion afirman que el mimetismo sirve también para contagiar emociones.
Si sonrío y otra persona me ve y me devuelve la sonrisa (aunque sea una minisonrisa que no dure más que unas milésimas de segundo) no será solo que esa persona me ha imitado o ha empatizado conmigo; puede ser también que yo le haya transmitido mi alegría.

La emoción se contagia. En cierto modo, se trata de un descubrimiento más o menos intuido. Todos hemos sentido alguna vez cómo nos animamos solo de estar junto a alguien que se encuentra de muy buen humor. Sin embargo, si se piensa con detenimiento se verá que es una idea bastante elaborada. Por ejemplo, solemos creer que la expresión del rostro refleja el estado de ánimo, O sea, si me siento feliz, sonrío, y si me siento triste, pongo cara de compungido. Creemos que la emoción es algo que va de dentro a fuera. Pues bien, el contagio emocional viene a decir que lo contrario también es cierto, que si yo consigo que la otra persona sonría, quiere decir que puedo hacer que se sienta alegre. Y si logro que el otro ponga cara de pena, conseguiré que se sienta triste. En este sentido, la emoción viaja de fuera a dentro.

Si pensamos en las emociones de esta manera (como una reacción de fuera hacia dentro, en vez de dentro a fuera) podremos comprender cómo ciertas personas ejercen una gran influencia en los demás. En definitiva, si algunos son capaces de expresar muy bien emociones y sentimientos es porque son mucho más contagiosos emocionalmente. Los psicólogos llaman a estas personas «emisores». Los emisores poseen una personalidad especial. También poseen una psicología diferente. Por ejemplo, los científicos que han estudiado los rostros dicen que existen enormes diferencias en la localización de los músculos faciales, en su forma y, curiosamente, en su prevalencia. Cacioppo explica: «Es una característica conocida en el ámbito de la medicina. Unas personas son emisoras, o muy expresivas, y otras son especialmente susceptibles. El contagio emocional no es ninguna enfermedad, pero viene a funcionar como si lo fuera».

Howard Friedman, psicólogo de la Universidad de California, en Riverside, ha desarrollado lo que él denomina el test de comunicación afectiva. Lo usa para medir esta capacidad de emitir emociones y contagiarlas a los demás. Consiste en un cuestionario con trece preguntas, como si uno es capaz de estarse quieto mientras escucha buena música de baile, o cuán fuerte es su carcajada, o si toca a sus amigos mientras charla con ellos, o qué tal se le da enviar miradas seductoras, o si le gusta ser el centro de atención. La puntuación más alta del test es de 117 puntos, siendo la media, según Friedman, de unos 71 puntos.

¿Qué significa obtener una puntuación elevada? Para dar respuesta a esta cuestión, Friedman llevó a cabo un experimento fascinante. Seleccionó a una docena de personas que habían obtenido puntuaciones muy altas en el test (más de 90 puntos) y luego a otra docena que había puntuado muy bajo (menos de 60 puntos), y les pidió a todos que rellenaran un cuestionario en que se medía cómo se sentían «en ese momento».

A continuación metió en habitaciones separadas parejas formadas por una persona que hubiera obtenido una puntuación elevada y una que hubiera obtenido puntuación baja. Les pidió que se sentaran un par de minutos. Podían mirarse pero no hablar. Pasados esos dos minutos, les pidió de nuevo que rellenaran un cuestionario muy detallado sobre cómo se sentían. Friedman descubrió que en sólo dos minutos, y sin haber cruzado palabra, los que habían tenido puntuaciones bajas habían terminado contagiados por el humor de los de máxima puntuación. Si alguien con carisma personal partía de un estado depresivo y la persona poco expresiva comenzaba muy contenta, pasados los dos minutos la persona poco expresiva acababa deprimida también. Nunca era al contrario. Es decir, solo los carismáticos eran capaces de contagiar sus emociones al compañero.

julio 22, 2009

EMPIEZA AHORA


Hay una verdad elemental cuya ignorancia destruye incontables ideas y espléndidos planes: Cuando alguien se compromete definitivamente, la Providencia también hace lo suyo.

Empiezan a producirse las cosas más variadas que ayudan, cosas que de otro modo nunca se hubieran producido... Todo lo que puedas hacer, todo lo que sueñes que puedas hacer, empieza a hacerlo. La valentía tiene ingenio, poder y magia. Empieza a hacerlo: ahora.


Wolfgang Goethe

julio 16, 2009

El valor de la curiosidad y del error como desarrollo

Nota pubicada en "Sunchales hoy" con motivo de una serie de conferencias de Abel en esta ciudad
por Ariel Balderrama

Abel Cortese, reconocido investigador nacional, pasó por la ciudad, disertando en tres soportunidades ante alumnos de las escuelas, funcinarios del municipio y finalmente por la noche, ante una sala colmada, siempre sobre Inteligencia emocional. La jornada fue promovida por la agencia de Desarrollo Económico (Adesu).

El investigador líder en Inteligencia Emocional, Abel Cortese, visitó nuestra ciudad para brindar un seminario sobre “Inteligencia Emocional – Base para el Liderazgo y Trabajo en Equipo”.

En sus diferentes disertaciones Cortese explicó claramente los beneficios concretos que ofrece en las personas el desarrollo de una Inteligencia Emocional, mejorando fundamentalmente el rendimiento y la eficacia en el ámbito laboral, a partir de una adecuada interacción con sus superiores, pares y subordinados.

Frente a una colmada sala, el investigador repasó algunos de los conceptos fundamentales de su teoría, basándose en elementos simples y sencillos como la curiosidad. Su estilo altamente didáctico, hizo que los presentes disfrutaran de la amena charla que estuvo enmarcada en ejemplos históricos o cotidianos, acecando un tema complejo e intangible a la vida diaria.

“Ahora, docentes y líderes fomentan los errores porque tener la valentía y la persistencia en equivocarse es un camino que termina siendo altamente positivo, aunque en un primer momento no se esté seguro acerca de lo que se va a decir o investigar”, señaló en un tramo.

La curiosidad fue rescatada también como otro elemento relevante. “Cada uno de nosotros tiene convicciones, después tiene que aceptar que acertó en algunas y se equivocó en otras. Hoy siento el deber de destacar el valor de la palabra curiosidad. Revaloremos y destaquemos la palabra curiosidad”.

“Llegué a esta conclusión porque, siendo investigador, me gusta leer y de tanto hacerlo, tomé conciencia de la existencia de tantos inventos que fueron impulsados por este motivo que comencé a pensar qué papel ocupa el cociente intelectual y qué papel el cociente emocional”,
agregó.

“Hace unas décadas, tener curiosidad podía ser frustrante porque los libros eran caros, no había Internet ni muchos medios que vemos a diario pero hoy puede llegar a ser una diferencia abismal en nuestras vidas, en cualquiera de las etapas de nuestra vida. Es un capital extraordinario para el mejor desarrollo de cada persona”, sostuvo más adelante.

Ezequiel Bolatti, coordinador de la Adesu y responsable de la parte organizativa de la participación de Cortese en la ciudad, se mostró gratamente sorprendido por la respuesta obtenida, la cual calificó de total éxito. “Cada uno ha sido difusor y motivador para la presencia de tanta gente, casi 50 personas a la mañana, 15 miembros del gabinete y 250 personas a la noche significan más de 300 sunchalenses y gente de la región que han escuchado la propuesta de Abel, haciéndonos comprender que somos capaces de comunicarnos mejor para lograr resultados exitosos… si sumamos más personas a estas actividades habremos logrado dar un salto cualitativo en el proceso de desarrollo local, porque no hay desarrollo posible sin seres humanos formados y proactivos”, señaló tras la disertación.

Libros recomendados: "Inteligencia ecológica" de Daniel Goleman




Goleman propone, tras la inteligencia emocional, la "Inteligencia ecológica"

Daniel Goleman, gurú de masas con libros como "Inteligencia emocional", sigue buscando fórmulas de salvación en "Inteligencia ecológica", un manual que llama al ciudadano a exigir la información necesaria para convertirse en un consumidor respetuoso con el medioambiente.
La vocación de Goleman siempre fue resolver problemas y ha hilado su obra a través del concepto "inteligencia", porque es "la manera más rápida de hablar de las aptitudes que tenemos para ser exitosos", explica en una entrevista telefónica con Efe desde Nueva York.
Goleman, que estudió en Harvard y colaboraba con el New York Times, había buscado desde los años ochenta las claves para "vivir sabiamente en la Tierra" inspirado en la población de Sher, un pequeño pueblo tibetano que sobrevive desde hace siglos con unos recursos mínimos pero sabiamente utilizados.
En cambio, cuando intentó ver la aplicación universal, por una vez, sintió que chocaba contra un muro difícil de superar.
"Me di cuenta de que nuestra percepción no está diseñada para procesar la destrucción del planeta y eso es lo que dificulta la reacción para el cambio. No vemos las moléculas tóxicas que entran en una casa y aceptamos cambios a lo largo del tiempo que a corto plazo nunca permitiríamos", explica.
En 1993, sin embargo, se sorprendió con el caso de las grasas trans. "Al verse obligadas las empresas a hacer públicas las grasas trans, se produjo el fin mismo de estas grasas. La gente no las quería y las empresas, evidentemente, dejaron de utilizarlas".
Entonces, empezó a ver la vía sobre la que trabajar en este libro, editado ahora en español por Kaidós.
El camino hacia un remedio consistente se cerró hace dos meses, con la apertura de una página web www.goodguide.com, que invita a introducir la lista de la compra para saber cuál es el impacto real de nuestro estilo de vida.
"Yo veo problema de la ecología como un problema información.
Hasta ahora no sabíamos el verdadero impacto ecológico de los productos que consumíamos".
Después de años de destrucción consentida, "ahora por fin podemos tomar buenas decisiones", asegura, y así canalizar los impulsos ecologistas de una manera más eficaz, porque, como dice en su libro "no es verde todo lo que parece".
"Inteligencia ecológica" no rehuye lo complicado del problema ni lo laborioso de la solución. El intrincado y globalizado sistema económico hace que "cada proceso de producción tenga centenares de puntos vulnerables de ser contaminantes", lo cual hace difícil el control, pero también infinitas las posibilidades de acción.
Existen procesos de producción tan nocivos que actividades como el cultivo de algodón o la fabricación de palomitas de maíz al microondas, que han demostrado ser perjudiciales para el funcionamiento pulmonar.
También la fabricación de un simple tarro de vidrio y el nivel de flatulencia del ganado vacuno son fuentes de contaminación que deben ser consideradas.
"Creo que tardaremos más de veinte años en tomar este nuevo rumbo. Si la gente se hace consciente de lo nocivo que puede ser un producto, las empresas tendrás que reaccionar y la sostenibilidad será esencial para competir", arguye.
El primer paso lo ha dado el programa informático Earthster, en el que las empresas comparten la información sobre sus proveedores y sobre el proceder más o menos ecológico de éstos.
Equiparar el respeto al medioambiente a variables como la calidad y la rentabilidad es, de todas maneras, algo que empiezan a realizar algunas empresas en los países más desarrollados, pero es difícil todavía pedir ese mismo criterio a los mercados emergentes.
Aun siendo consciente de esto, Goleman asegura que "el Primer Mundo sigue siendo el mayor consumidor. Si no cambiamos nosotros, no hay esperanza en absoluto".
La crisis económica, por otro lado, no le parece un momento ni mejor ni peor para la revolución. "No podemos preguntar a los Gobiernos, es una revolución de consumidor", que dispone ahora mismo de armas como el Facebook o el Twitter para difundir este mensaje.
Su lucha ve el final del camino en un periodo de veinte años, tiempo en el que el mercado habrá dado el giro hacia la sostenibilidad. Entonces, se podrá "hacer las cosas bien haciendo el bien", como titula el último capítulo de "Inteligencia ecológica".
"No es que sea optimista. Es que creo que la especie humanas se ha adaptado a las crisis siempre con éxito, aunque sea cuando no queda ya otro remedio", concluye.


adn.es/ teconología

julio 14, 2009

AUTOCONCIENCIA



"El dolor termina sólo a través del conocimiento propio, de la lúcida percepción alerta de cada pensamiento y sentimiento, de cada uno de los movimientos de lo consciente y lo oculto".

J. Krishnamurti


La Inteligencia Emocional comienza con la autoconciencia.

El término conciencia se usa para distinguir, entre las funciones mentales, las características que se refieren tanto al llamado 'estado de conciencia', o para designar los procesos internos del hombre de los que es posible adquirir conciencia, y es en este último sentido que utilizamos el término autoconciencia.


En el primer caso, la conciencia es vigilancia o estado de alerta y coincide con la participación del individuo en los acontecimientos del ambiente que le rodea.


La autoconciencia no es una función tan simple y directa como pudiera parecer a primera vista, y menos respecto a nuestras emociones. Si digo, por ejemplo, que estoy enojado/a, quizá lo esté, pero puede que también esté equivocado/a. Puede que en realidad tenga miedo, esté celoso/a, o que sienta las dos cosas.


¿Cómo hacemos para tener una conciencia exacta de lo que nos está pasando (en el cuerpo) y qué estamos sintiendo (en la mente)?


A esta pregunta responde el principio de la autoconciencia, primer paso de la Inteligencia Emocional, porque ésta sólo se da cuando la información afectiva entra en el sistema perceptivo.

Por ejemplo, para poder controlar nuestra irritabilidad debemos ser conscientes de cuál es el o los agentes desencadenantes, y cuál es el proceso por el que surge tan poderosa emoción; sólo entonces podremos aprender a aplacarla y a utilizarla de forma apropiada. Para evitar el desaliento y motivarnos, debemos ser conscientes de la razón por la que permitimos que ciertos hechos o las afirmaciones negativas sobre nosotros afecten nuestro ánimo.
Para ayudar a otros a ayudarse a sí mismos, debemos ser conscientes de nuestra implicación emocional en la relación.


La clave de la autoconciencia está en SABER SINTONIZAR con la abundante información -nuestros Sensaciones, Sentimientos, Valoraciones, Intenciones y Acciones - de que disponemos sobre nosotros mismos. Esta información nos ayuda a comprender cómo respondemos, nos comportamos, comunicamos y funcionamos en diversas situaciones. Al procesamiento de toda esta información es a lo que llamamos autoconsciencia.


Un alto grado de autoconciencia puede ayudarnos en todas las áreas de la vida, y especialmente en ella enseñanza, el estudio y el aprendizaje. Junto con los sentimientos o las emociones aparecen manifestaciones físicas como transpirar, respirar con dificultad, la tensión o la fatiga. Y también hay manifestaciones cognitivas (p. ej: de emociones angustiantes), como una falta de concentración, conducta motriz o física desacelerada, congelación o abarrotamiento y bloqueo de los procesos del pensamiento, tales como el olvido o la confusión.


Una herramienta clave de la autoconciencia es la toma de conciencia del propio cuerpo y de sus señales de excitación.


Tenemos que llegar a ser capaces de describir nuestro cuerpo y nuestra mente con vívido detalle, incluida la respiración, la transpiración, el desasosiego, la falta de concentración, los pensamientos inquietantes, el contenido de esos pensamientos (p.ej: en el caso de miedo o preocupación, los peligros específicos que promueven esos estados anímicos).
Empezar a mirar las manifestaciones exteriores de excitación interior como absolutamente naturales y comunes. Comprender que no matan, y saber positivamente que la conciencia les va quitando el poder a esas señales.


Si una persona tiene poca autoconciencia o conocimiento de sí mismo/a, ignorará sus propias debilidades y carecerá de la seguridad que brinda el tener una evaluación correcta de las propias fuerzas.


Las personas que tienen autoconciencia también pueden ser capaces de energizar a los demás, de comprometerse y confiar en quienes desarrollan una tarea con ellos.